Si nos imaginamos ahora confiando en las circunstancias que se den, conectaremos también con un sentimiento apreciativo, de aceptación de lo que venga, acogiéndolo de forma positiva, alegre. Tomaremos el potencial que ya existe y trasladaremos esta forma de mirar nuestra vida, a otros ámbitos, contagiando emocionalmente a otras personas. ¿Sientes que es así?

Ahora vamos a revisar nuestra propia confianza. Imagínate en esa situación en la que sólo tú debes tomar una decisión. Por ejemplo, evoca uno de esos días en los que tu hijo no quiere ir al colegio y protesta con todo lo que sabe hacer, para no ir.
¿Cuántas veces has pensado que lo que hay que hacer es ir al colegio, porque es lo que hay que hacer y has hecho lo que tenías que hacer para obligarle a ir? ¿Cuántas veces por el contrario has confiado en tu instinto y has tratado de averiguar el porqué de forma amable e interesada? ¿Es posible que lo hayas hecho últimamente al oír a un especialista validando esa actuación de tu hijo, mostrándote que puede revelar algo más?

Pues ahí voy…somos familias que por nuestras circunstancias estamos en continua búsqueda y exposición a opiniones de profesionales y eso dice mucho del interés y el cuidado que queremos procurar a nuestros hijos.
Sin embargo, lo que sentimos, lo que nuestras sensaciones corporales nos cuentan, también son importantes y no necesitan de más aprobación que la nuestra. Si aprendemos a confiar en nosotros mismos, nuestra autoestima crecerá, nos sentiremos felices, exitosos y esa sensación, abrirá nuevas oportunidades de acción, que probablemente nos ayuden a sintonizar mejor con nuestros hijos y lo que necesitan de nosotros.

Dáte permiso, CONFIA en TI. 

Mónica Valero – Fundadora de volandocometas.com